No viene nadie a salvarte de ese precipicio en el que te escondes y descubres lo que eres,
Mitad-algo.
Un mutante que se come su sexo cada noche y a la mañana siguiente sigue siendo un huérfano de amores.
Van y vienen a cómo la vida quiere, no se anclan, no dejan rastro,
mientras el corazón de él
es un profundo agujero negro,
a veces inconcluso,
y muchas un pedazo de sentimiento,
a rojo-hiriente.
Y lo observo desde lejos y le amo sin que sepa que por Él,
siento...
Tantito de todo lo que existe,
Tanto que duele sin dolerme.
Aderet Ela
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