Es triste cuando sus ojos ya no te miran como antes, cuando los dedos ya no hacen melodía ni resuenan como un arpa en movimiento. Es castigo quizás, dejar de ser, a plena vida, cuando hay tanto aún por dar y sobran sueños. El culpable no es el Amor y su idiosincrasia sino la manera en que acariciamos esos funestos siete años y sus desventajas. Es perseverar y no cansarse, es levantarse convencido y no ceder a la primera sonrisa que aparezca. Es conversar con el respeto y tus acciones, es crecer y madurar sin lamentaciones. Es ver agradecido las estaciones del tiempo y volver a ese primer Amor,
cuanto sea necesario.
Si lo has tratado todo y nada falta, es inminente ser honesto.
Aderet Ela
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